Vivimos en un mundo en el que todo está relacionado con todo, y pequeñas y en apariencia insignificantes acciones pueden derivar en consecuencias totalmente inesperadas en un bello pero impredecible efecto mariposa. En el mundo de los drones y de las noticias, éstas últimas pueden marcar el futuro de los primeros.
El auge de las fake news
Una de las noticias más en boca de todos es el auge de las fake news, o noticias falsas: vivimos en un mundo en el que se da la posibilidad de que cualquiera, gracias a un dispositivo móvil u ordenador pueda, en cuestión de minutos y con un esfuerzo mínimo poner disponible para el mundo entero cualquier tipo de información poco contrastada (y en ocasiones deliberadamente falsa). Esto provoca que desde hace ya un tiempo cada vez sea más difícil discernir entre información veraz, amarillismo y simplemente basura informativa.
Esto, apoyado en el hecho de que cualquiera puede elegir compartir en sus redes sociales estas noticias, dota de viralidad a cualquier noticia, y en muchas ocasiones hasta los medios tradicionales, a los que se les supone mayor seriedad, terminan picando y alimentan aún más la desinformación por medio de estas fake news.
Hay temas especialmente candentes que son carne de cañón para las fake news; ahora mismo la estrella de las fake news es el coronavirus, pero además de historias curiosas que logran desmentirse, las fake news también son utilizadas con fines políticos y económicos, ya que tienen un enorme poder para desestabilizar y modificar la opinión pública.
Drones: pánico vs. realidad
En el caso de los drones, vivimos un momento muy importante, y es que no debemos permitir que el morbo y el amarillismo nublen nuestro juicio (ni el de el público en general). No es que los drones sean inofensivos; por supuesto que entrañan un peligro, y gracias a que no se puede volar en muchas zonas evitamos ver noticias como la del cierre del Aeropuerto de Barajas (o peores) más a menudo, pero la verdad es que podemos ver cómo desde hace no mucho parece que se insiste desde muchos medios en hacer eco de incidentes protagonizados por drones, aunque la realidad sea que el balance entre beneficios proporcionados por los drones y pérdidas ocasionadas por éstos (hablamos de drones civiles, obiamente) está completamente inclinado hacia el lado positivo.
Los drones ayudan a mejorar y cuidar la industria, a contar las cosas desde un punto de vista reservado para muy pocos hace una década, y sobretodo: los drones ayudan a salvar vidas, como forma de prevención, en la búsqueda y rescate activa de personas, transportando medicamentos o muestras de sangre en zonas remotas… Mientras que, a día de hoy, aún no hay constancia de que nunca haya habido víctimas mortales por culpa de los drones civiles.
Nos resulta por tanto chocante que la reacción de muchas personas cuando ven un dron en el cielo sea la de desconfiar, la de cuestionar la seguridad de que un dron sobrevuele un espacio aunque sea de manera legal. En definitiva, que se haya creado un clima en el que a los drones se les asocien muchas veces más cosas negativas que positivas.
Esto se explica porque las noticias negativas, además de que en los medios “venden más”, tienen mayor impacto en nuestra memoria que las positivas. Nadie se ha olvidado de que se cerró el aeropuerto de Gatwick por la presencia de drones, y nadie olvidará la mañana que el aerpouerto de Barajas permaneció cerrado por el mismo motivo. Y sin embargo, no ha habido ninguna forma de demostrar que realmente fueran drones lo que los testigos oculares vieron.
Por supuesto, un dron invadiendo el espacio aéreo de un aeropuerto es un tema grave, y ante la duda siempre es mejor tomar precauciones como se hizo que exponerse a una desgracia. Sin embargo, en ambos casos, además de los perjudicados principales (pasajeros y trabajadores), queda un poso de desconfianza alrededor de los pilotos de drones que con toda probabilidad terminaremos pagando con un endurecimiento de las normas.
Por eso no está de más recordar que no todo lo que llega a nuestros oídos es necesariamente cierto, y vale la pena cuestionarse quién sale beneficiado y quién perjudicado cuando una noticia se vuelve viral, porque el negocio del siglo XXI y la herramienta más poderosa no van a ser los drones, sino que va a ser la información.