En los últimos meses se han ido desarrollando eventos que hacen pensar que el futuro de los drones pueda tener que pasar necesariamente por una pérdida de nuestra privacidad como pilotos… Y eso no es necesariamente algo malo.
Vivimos tiempos de incertidumbre en el mundo de los drones. DJI, fabricante de drones número uno en todo el mundo, ha cerrado 2019 sin presentar ninguna gran novedad. Es cierto que hemos visto el Mavic Mini, pero no ha habido relevo generacional de ninguno de los buques insignia de la marca (Matrice, Inspire, Phantom o Mavic). Y no es que se hayan decidido dormir en los laureles, sino que muy probablemente estén a la espera de conocer cómo los distintos países van a regular el vuelo de drones en el futuro más próximo.
En este blog ya hemos hablado por encima de algunos cambios que nos depara el futuro: algunos inmediatos, como es la nueva normativa común sobre drones de la U.E., que comenzará a implantarse paulatinamente a partir de este verano; y otros a más largo plazo, casi utópicos, como es el sistema U-Space.
Sin embargo hace falta cruzar el charco y ver lo que está pasando en EE.UU. para entender que los fabricantes de drones se encuentran en un momento de incertidumbre: la guerra comercial de los EE.UU. contra China ha puesto bastantes trabas a la comercialización de los drones de DJI en el mercado norteamericano.